Los estudiantes de segunda lengua con frecuencia tienen dificultad para hacer
uso de lo que aprenden fuera de clase, ya que tienen pocas oportunidades para
hacerlo, por la sensación de bajas capacidades. Para algunos es tan difícil la
escritura como la comprensión de la gramática.
Staton, (1988) citado en Garmon (2001) encuentra que los diarios de diálogo en
los cuales varios estudiantes desarrollan conversación privada con el profesor por
un tiempo relativamente largo, contribuyen al mejoramiento de las competencias
del uso del segundo idioma. El uso de un diario de diálogos en una clase de
idiomas es una manera de integrar habilidades.
Según Barkley, Cross y Major (2005), estos diarios de diálogos ofrecen una forma
para que los estudiantes registren sus pensamientos y relacionen el curso con la
vida personal. La efectividad de esos diálogos depende de que otros se interesen
y lean lo que se escribe. Cuando el estudiante expresa sus propios pensamientos
por escrito disminuye su ansiedad para expresarse y se mejora su aprendizaje.
La ansiedad también disminuye cuando el estudiante dedica tiempo para pensar
y expresar sus ideas por escrito y lleva a que él mismo se motive a practicar fuera
de clase.
Peyton (2000) encuentra que los estudiantes disfrutan escribiendo diálogos
cuando los profesores participan para mejorar sus escritos. Los diálogos con los
compañeros para mejorar los escritos también tienen efectos positivos en la
medida en que son escenarios para obtener retroalimetación de sus
producciones.
Morrel (2010) encuentra que los diarios de diálogos motivan a niños sordos de
7=11 años a escribir y a tomar el riesgo de expresarse por sí mismos; lo que
conlleva a corregir errores y mejorar el uso de estructuras del idioma.
Van Horn and Freed (2008) hace un estudio con 39 estudiantes de enfermería
que estudian por parejas y escriben diálogos para reflexionar sobre sus
experiencias en la clínica durante nueve semanas. Encontró que estos
estudiantes mejoraron su aprendizaje del idioma y mejoraron sus habilidades
para resolver problemas de escritura. Los estudiantes fueron más reflexivos y
construyeron conocimiento por sí mismos.
Lee (2007), en formación de maestros de Inglés encuentra que los diarios de
diálogos ayudan a desarrollar habilidades de pensamiento crítico.
Rafiza and Adelina (2004) usa el correo electrónico para promover diarios de diálogos y encuentra que es un mecanismo que efectivamente promueve la
producción de texto por parte de los estudiantes, los estudiantes se motivan y
mejoran la calidad de sus producciones en forma de diálogos auténticos.
Denfort-Wood (2003) desarrolló una experiencia en la cual pedía a los
estudiantes que comentaran textos que estudiaban en la clase y elaboraran
diálogos escritos para ser publicados. Los estudiantes mejoraron sus habilidades
para interpretar los textos y progresivamente mejoraron su motivación para
escribir textos. Si bien al comienzo mostraron resistencia para desarrollar sus
trabajos, en la medida en que transcurría el tiempo el nivel de compromiso y
entusiasmo se incrementó.
Holmes and Moultan (1995), con base en un estudio etnográfico, recomienda
tener en cuenta el nivel de consolidación de las habilidades de los estudiantes
para proveer retroalimentación sobre sus producciones, de tal manera que se
armonicen las exigencias con el nivel de avance en las competencias.
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